Especulación inmobiliaria es lo que transforma todo en cemento. Derribos es lo que hace todo volverse escombro. Son acciones que caminan cogidas de la mano garantizando el enriquecimiento de unos pocos privilegiados a expensas de la expulsión y la violación de derechos de la mayoría de la población. La especulación inmobiliaria se especializa en la constante destrucción de la ciudad, construye condominios que alteran el carácter de los barrios, volviendo los espacios en elitistas, segrega y amenaza la existencia de los patios, ríos, quilombos y de las formas de vivir de las personas que ya residían en el territorio desde hace mucho.  

​

En la zona oeste de nuestra ciudad, avanza junto a la militarización que garantiza el cercamiento de tierras, las privatizaciones y las disputas desiguales por los bienes comunes. Los gobiernos y los sectores de la construcción civil persiguen moral y psicológicamente a las poblaciones más pobres e históricamente asentadas en las regiones claves de la especulación inmobiliaria, llevando a una situación de desplace forzado. Entonces, pasan a coaccionar y cooptar a los residentes, hasta expulsar la última vivienda.

​

La demolición de las casas vecinas, asociaciones de barrio, puesto medico, clubes, escuelas y niñerías, sumada a la eliminación de líneas de transporte y a la deforestación de áreas con vegetación restante, todo eso hace que la vida se haga muy injusta y degradante. Las mujeres y sus familias, especialmente del quilombo urbano, sufren aún más con la destrucción de sus locales de afecto, de su comunidad, cultura y con la negación de su derecho a la ciudad.